viernes, 25 de mayo de 2007

EL SUBMARINO AMARILLO



Corría el año de 1982. Estudiaba en el Tecnológico Pascual Bravo apenas mi tercer año de bachillerato. En palabras de hoy, estaba en octavo grado. Eran los días en que las trifulcas a piedra en las afueras del colegio eran fenomenales. Al frente quedaba el Liceo Antioqueño, de tradición revoltosa y revolucionaria, y en nuestro Colegio estudiaba Fabio Villa, ahora perdido en el mar de la política, quien tenía un discurso tan poderoso que era capaz de enardecer hasta los más apáticos. Nuestra jornada empezaba a las 6:45 a.m. A veces nos tocaba llegar al Colegio y volver a salir de inmediato. El antimotín era una presencia amenazante y el ejercito no dejaba lugar a dudas. "tienen quince minutos para salir todos..." recuerdo que nos juntábamos Fercho, a quien le decíamos Queen, Deyser, Lufe y yo. Caminábamos y caminábamos sin rumbo alguno. Bajábamos por Colpisos desde la 80 y llegábamos a la Iguaná o recorríamos la 80 hasta Colombia y llegábamos casi siempre a ninguna parte. Muchas de estas caminatas terminaban en el Centro. recorrer las calles y ver vitrinas era un buen programa.

Un día entramos al Centro Comercial Camino Real, ese era un punto obligado del recorrido. Luego de ver los almacenes de moda (¿recuerdan el famoso Vibraciones?) llegamos al sótano y allí encontramos un almacén de discos. Adentro un personaje que llamaba la atención. Muy alto, mediana edad, de bigote y ojos muy penetrantes. Siempre se sentaba de medio lado en una silla, en una posición relajada y nos miraba y miraba mientras nosotros recorríamos los estantes de discos, en esa época eran LP. Nada de Cd´s todavía. Nuestro conocimiento era muy limitado, lo que escuchábamos en la Voz de la Música, en Radio Disco y Radio Ritmos y lo que tenían algunos amigos. Ante nuestros ojos desfilaban grupos y grupos muy extraños, pero llamativos, en nuestras manos tuvimos algunas joyas sin saberlo. Mientras tanto, al fondo siempre la música y allí nos quedábamos horas enteras.

Luego de un tiempo, nos hicimos amigos de Carlos Aguilar. El dueño del Submarino Amarillo. Así comenzó todo. Nuestro interés por la música era voraz. Carlos comenzó por grabarnos casetes de 60 minutos. El primero, que aun conservo, marcado de su puño y letra, tenía por un lado Public Image Ltd, The Flowers Of Romance y por el otro lado Generation X.

Carlos era una persona sumamente culta y tenía un conocimiento de la música invaluable. Esa amistad nos duró muchos años.

Espero algún día realizar el documental sobre la vida de Carlos, quien murió hace un tiempo y contar esa historia para esta Ciudad del olvido.























1 comentario:

Anónimo dijo...

La poesía es la única prueba de la existencia,eso han dicho, pero también lo es el hecho de que nuestras obras tengan eco en otros. Doy fe que alguien distinto a mi madre me conoce y ha visto imágenes sobre esta incógnita poética llamada X-504. Si este monstruo no se recuerda como poeta igual se le puede recordar como publicista. Uno de sus copys célebres dice: "Conozca el mundo antes de que se acabe, Avianca lo lleva y lo trae"
Un abrazo en FM